Pasado y Presente

A pesar de que hoy en día es mucho más común ver un automóvil propulsado por un motor de combustión interna que uno propulsado por un motor eléctrico, el vehículo eléctrico fue uno de los primeros en desarrollarse, al punto que los primeros pequeños ejemplares aparecieron incluso antes que el famoso motor de cuatro tiempos, sobre el que Diesel y Benz se basaron para idear el automóvil actual. En la década comprendida entre 1830 y 1840, el escocés Robert Anderson creó el primer vehículo eléctrico puro, al que le sucedieron otros modelos daneses, franceses, ingleses y más tarde norteamericanos, los que se vieron beneficiados por los adelantos tecnológicos que se presentaron, como la mejora de la pila eléctrica. Incluso, con dicha propulsión, se logró superar la barera de los 100 km/h en 1899.
No obstante, la introducción del arranque eléctrico en los motores de combustión interna, siendo el arranque manual uno de sus principales defectos y gran obstáculo para su comercialización, además de la implementación del sistema de producción en cadenas de montaje a partir de 1908, contribuyó a la caída del vehículo eléctrico, quedando el motor eléctrico relegado a aplicaciones industriales.
Dicha tendencia se ha visto revertida en las últimas décadas, y en la actualidad, con la incesante búsqueda de energías alternativas debido a los problemas medioambientales que nos atañen, los constructores de vehículos eléctricos han sabido sacar provecho de la situación, aferrándose a los adelantos tecnológicos, ofreciendo no sólo vehículos que no contaminan (al menos no directamente) y que permiten la independencia de los combustibles fósiles, sino modelos que además poseen prestaciones que le permiten competir hasta con deportivos de la talla de Porsche o Ferrari. Sin embargo, en Chile son todavía inaccesibles estos ejemplares, siendo la única alternativa "amigable con el medioambiente" la de los autos híbridos.

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